Nos creemos dueños de nuestra mente, pero cuantas veces nos quedamos enganchados en una espiral de pensamientos y emociones que sin darnos cuenta dirigen nuestro día a día.
El ritmo de la sociedad actual no para, y nos obliga a ir cada vez más rápido, vivimos sumidos en conseguir objetivos, obtener el placer de la inmediatez y perdemos el contacto con la realidad vivida momento a momento. Pasamos más de la mitad de nuestro tiempo con la mente divagando entre el pasado y le futuro, siendo estos meros procesos mentales.
¿Cuánto tiempo pasamos imaginando el futuro? Estamos constantemente creando pensamientos, dejando que toda nuestra atención se deposite en ello, mientras nuestra vida pasa sin estar realmente presentes en ella.
¿Cómo conseguir dominar nuestra mente y no ser nosotros dominados por la mente? Ese, es el objetivo de Mindfulness. Una herramienta a través de la cual puedes reconectar con tu esencia, mejorar la concentración, vivir de una manera más encarnada, más intensa y más presente.
En los últimos años cada vez se escucha más el término Mindfulness, casi todo el mundo ha oído hablar de lo bueno que es practicar Mindfulness, ampliando sus beneficios a todo lo que puede considerarse rentable. A mi parecer es una manera de desvirtuar lo que realmente se puede conseguir con su práctica. En multitud de anuncios te aseguran que con la práctica de mindfulness serás más feliz, estarás más delgado y podrás dormir toda la noche a pierna suelta, siendo en muchos casos efectos secundarios, pero de ninguna manera el objetivo de su práctica.
Existen hoy en día, multitud de libros y artículos que te muestran cómo fomentar el estado mindfull. Artículos con rigor científico que demuestran su valía en cuanto al control del dolor, la ansiedad, estrés e incluso su efecto ante la prevención de recaídas en el Síndrome depresivo.
Esta es la definición que yo saco de Mindfulness o atención plena, como se traduce al Castellano; se trata de una herramienta con la que entrenamos nuestra capacidad de controlar la mente, para que trabaje en pos de nuestro beneficio. Siendo capaces por ello de vivir con atención plena en lo que hacemos momento a momento, siendo capaces de dar cuenta cuando nuestra mente queda a atrapada en un círculo vicioso de pensamientos sin sentido, algo que en psicología denominan mente rumiante.
A este “prestar atención intencionada al momento presente”, hay que añadir unas características especiales; es una atención no enjuiciadora, intentando permanecer como mero observador, creando así espacio para poder sorprenderte ante lo que aparezca, favoreciendo la flexibilidad mental y la curiosidad.
Pero ¿Cómo se hace? ¿De dónde sale esto? ¿puede hacerlo cualquiera?
La base de su práctica son ejercicios meditativos desde los que trabajarás la atención en tu respiración, atención a tu cuerpo y atención a las sensaciones, emociones o pensamientos
Se consigue mediante cursos de varias sesiones, en los que poco a poco se va ahondando en su conocimiento de una manera fundamentalmente práctica. Por tanto, el instructor te guiará por un camino que has de andar tú, obteniendo los aprendizajes desde tu práctica personal.
Sin duda es una práctica que cambia muchas maneras de ver la vida, de enfrentarte a las situaciones que la vida te plantea por duras que sean, pero como todo en esta vida requiere de un compromiso personal contigo mismo, un compromiso de autocuidado.
Lucia Escribano Domínguez